jueves, 25 de octubre de 2007

De por que aún podemos decir NO

En las últimas semanas, mucha gente me ha preguntado: “¿Por qué sigue usando los broches en contra del CAFTA?, si ya se aprobó…”.

El Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos, República Dominicana y Centroamérica, contó con la aprobación de una muy pequeña mayoría de costarricenses en el referendo del 7 de octubre de 2007.

Pero dentro de esa mayoría tenemos que incluir los que votaron SI por el temor a perder su trabajo, por el temor a que nos convirtamos en una Cuba o Venezuela de los cuentos de terror que inventaron, a los trabajadores que inclusive les dieron una carta en la que de ganar el NO, no se presentaran a sus labores el Lunes 8 de octubre.

En ese entendido, decir NO, significa salir en defensa de aquellos que no tuvieron más opción que aceptar un injusto tratado, por que el miedo es humano. Decir NO, significa hacer valer la opinión de la mitad del pueblo.

Sigo portando mis broches de NO al tlc, por que es un símbolo de dignidad, la dignidad manchada por aquellos que como dice Gabino, “siguen cambiando oro por cuentas de vidrio”.

DECIR NO, ES DIGNIDAD.

La maldición de Malinche

Autor: Gabino Palomares

Del mar los vieron llegar
mis hermanos emplumados,
eran los hombres barbados
de la profecía esperada.

Se oyó la voz del monarca
de que el Dios había llegado
y les abrimos la puerta
por temor a lo ignorado.

Iban montados en bestias
como Demonios del mal,
iban con fuego en las manos
y cubiertos de metal.

Sólo el valor de unos cuantos
les opuso resistencia
y al mirar correr la sangre
se llenaron de vergüenza.

Por que los Dioses ni comen,
ni gozan con lo robado
y cuando nos dimos cuenta
ya todo estaba acabado.

Y en ese error entregamos
la grandeza del pasado,
y en ese error nos quedamos
trescientos años de esclavos.

Se nos quedó el maleficio
de brindar al extranjero
nuestra fé, nuestra cultura,
nuestro pan, nuestro dinero.

Y les seguimos cambiando
oro por cuentas de vidrio
y damos nuestra riqueza
por sus espejos con brillo.

Hoy en pleno siglo XX
nos siguen llegando rubios
y les abrimos la casa
y los llamamos amigos.

Pero si llega cansado
un indio de andar la sierra,
lo humillamos y lo vemos
como extraño por su tierra.

Tú, hipócrita que te muestras
humilde ante el extranjero
pero te vuelves soberbio
con tus hermanos del pueblo.

Oh, Maldición de Malinche,
enfermedad del presente
¿Cuándo dejarás mi tierra
cuando harás libre a mi gente?

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